Transitando la Incertidumbre

Los jóvenes ávidos de participación buscan canalizar sus deseos de mejorar el mundo generando su espacio en instituciones que los valoren con todos sus ideales, ya no quieren ser más un simple decorado.


Estos últimos años estamos asistiendo a un cambio en la configuración del mundo y de la sociedad a una velocidad que antes nunca se había dado. El “poder” se fue democratizando: políticamente encontramos un papa que pide perdón y reyes que abdican; económicamente, nos topamos con el boom de la economía colaborativa y comunicacionalmente, las redes sociales se imponen en la vida política con más fuerza.


Pasamos de un mundo dominado por la oferta a uno manejado por la demanda. En lugar de líderes, hoy emergen seguidores; los consumidores pasaron a ser prosumidores: generadores de contenidos y creadores de ideas. Las transiciones en el mundo mudaron de crecimiento a desarrollo; de desarrollo a la felicidad; de jerarquías a mercados; de mercados a redes. Los que conservan el poder hoy tienen más restricciones para ejercerlo y son más vulnerables a perderlo.

El 2016 generó varios hechos políticos que nos hacen replantear lo que está pasando en la sociedad. El Brexit Británico con un apretado 52% a 48%, donde hubo gente que votó por salir de la Eurozona como un gesto de protesta hacia el gobierno, pensando que la permanencia ganaría. El NO al plebiscito por la Paz en Colombia por apenas un poco más de 50 mil votos y con un 60% de abstención. El outsider de Donald Trump, el candidato anti-sistema, que es capaz de romper con su propio partido, compitiendo por la presidencia de los EE.UU. Esto nos da un pequeño panorama de un contexto fragmentado, incierto y cambiante.

Por otro lado, en Latinoamérica hay una sociedad joven incipiente, que está surgiendo. Los denominados “millenials” nos hicimos adultos. Conformamos un tercio de la población actual de América Latina y se prevé que en 2025 representemos el 75% del total de la fuerza laboral mundial.

Éramos pequeños cuando cayeron las últimas dictaduras en Latinoamérica, en muchos casos crecimos con democracias débiles, marcadas por la corrupción. Somos nativos digitales, grandes consumidores de contenidos y estamos más informados que nuestros antecesores. Concebimos internet y las redes sociales como herramientas de ciudadanía digital con las cuales podemos informarnos, interactuar y manifestarnos sobre una amplia gama de temas.

No somos apolíticos. Nuestro ejercicio democrático gira en torno a valores centrales como la transparencia y la rendición de cuentas, sin excepciones. Buscamos soluciones eficientes, eficaces y sostenibles a los retos de nuestras comunidades. Esta generación está decepcionada más que con la política con los partidos políticos; y esto, en realidad, es una decepción con sus dirigentes. No cabe mejor evidencia que la frase del peronista Eduardo Duhalde: "Soy parte de una dirigencia de mierda que ha fracasado, que no prevé nada y no ha estado a la altura de las circunstancias".

El descrédito de los partidos políticos, sumado a la sensación de formar parte de un decorado de apariencia democrática, expulsa de manera irremediable a las personas más activas que se ofrecen y quieren participar. Hoy encontramos más militantes afuera que adentro y esta realidad es el reflejo de la incapacidad de la mayoría de los partidos de acoger diversidad y pluralidad, aceptando como un signo de fortaleza, y no de debilidad, la disidencia democrática.

La situación de los partidos ha coincidido con un gran ascenso de las organizaciones no gubernamentales (ONG), donde jóvenes y no tanto se comprometen, militan, defienden ideales y banderas de manera transversal y colaborativa, poniendo los objetivos antes que las personas.

La política formal ha perdido parte de su poder y su posición preeminente para ejercerlo y para representarlo. Como ciudadanos, conscientes e irritados, hemos visto cómo la política no ha respondido a los desafíos. La crisis ha dejado en evidencia a los gobiernos, a los partidos y a los líderes.

La democracia cambió, los ciudadanos cambiamos. Somos más activos y nacimos casi totalmente en democracia. Los gobiernos, como los partidos políticos, deben cambiar y adaptarse a los tiempos que corren. Es común escuchar agradecimientos hacia un gobernante que nos hizo un favor al solucionar un problema cuando ese es, justamente, su deber. Así como es nuestro deber como ciudadanos estar informados, ser responsables y participar.

No debemos conformarnos con tener democracia, sino exigir a los gobernantes que ejerzan sus funciones de esa manera. Y por otro lado, los ciudadanos alimentar y nutrir este tipo de gobierno donde todos participamos y que tan caro nos salió recuperarla.

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